
El origen de la Bonarda de Argentina ha generado algunos desacuerdos, pero se supone que fue traída por inmigrantes italianos a fines del siglo XIX. Sus características corresponden también a la variedad francesa Corbeau Noir o Douce Noire.
Despreciada por algunos y respetada por otros, en Argentina la Bonarda está pasando a ocupar un lugar de cierta relevancia como cepa capaz de producir vinos de calidad. Siempre contó en ese país con una significativa superficie plantada, destinándose hasta hace pocos años a vinos genéricos.
De acuerdo a las más recientes estadísticas publicadas por el Instituto Nacional de Viticultura (INV) de Argentina (al año 2006), la Bonarda es la segunda variedad de vid vinífera mayormente plantada en el vecino país, después de Malbec, con una participación cercana al 19% equivalente a 18.435 hectáreas. Desde 1990 a la fecha la superficie cultivada con este cepaje aumentó un 51% y desde el año 2000 se incrementó en 400 hectáreas o 23%, reflejo del creciente interés que empezaron a mostrar los viñateros trasandinos por potenciar esta cepa.
Origen complejo
El origen de la Bonarda presente en Argentina ha generado algunos desacuerdos y confusiones, pero se supone que fue traída por inmigrantes italianos a fines del siglo XIX, junto con otras variedades del país europeo. En Cuyo era conocida como Barbera (otra variedad tinta italiana), Barbera Bonarda o simplemente Bonarda.
Sin embargo, estudios ampelográficos concluyeron que la uva era distinta de dichas cepas italianas. Posteriormente nuevas indagaciones descubrieron que las características de la vid correspondían a las de una antigua variedad francesa, la Corbeau Noir, cuyo nombre tiene relación con el intenso color negro del cuervo (conocida también como Douce Noire).
Pero las discusiones, lejos de despejarse, continuaron, pues los productores argentinos insistían en que la cepa había sido traída de Italia directamente por los inmigrantes, y no de Francia.
La aclaración a este dilema podría estar en el mapa: la Bonarda Argentina provendría del Piamonte italiano, zona vecina –aunque separada por los Alpes– de la región francesa de Saboya, de donde es originaria la Corbeau Noir, que en Italia es denominada como Charbono, nombre con la que es cultivada en Estados Unidos.
En un intento por despejar el tema, el pasado mes de abril el INV publicó una resolución fijando la Denominación correspondiente a la variedad. Estipuló que será Bonarda Argentina, sinónimo de Corbeau y Douce Noire.
Características
De acuerdo a la información procedente de Argentina, la Bonarda posee racimos medianos, bien llenos y compactos. Las bayas son de color negro-azulado, de forma esférica, con pulpa blanda, aunque su vino no es de coloración muy intensa.
La variedad se desarrolla adecuadamente en climas templados a cálidos, idealmente soleados, condiciones que encontró en los suelos trasandinos. Es de brotación temprana y maduración tardía, por lo que su ciclo reproductivo es prolongado.
Según la experiencia argentina, las condiciones ideales para su cultivo se dan en las zonas vitivinícolas de San Rafael, donde está recomendada para la DOC Maipú, el norte y este de Mendoza, el Valle de Tulum en San Juan y Chilecito en La Rioja.
"Es una variedad de vigor medio, dependiendo del manejo del viñedo y de la zona de implantación. En zonas cálidas y con un exceso de riego y fertilización se puede comportar con un vigor importante", sostiene Marcelo Onofri, enólogo de la bodega argentina Merced del Estero.
Históricamente la Bonarda fue tratada como una vid de altos rendimientos, obteniéndose producciones de gran volumen. Existía –señala la bibliografía– una tendencia a sombrear mucho los racimos, debido a deficientes técnicas de poda y conducción. Ello repercutía en la obtención de vinos de regular calidad, delgados, herbáceos y de bajo color.
En condiciones normales de manejo puede producir entre 15 y hasta 30 toneladas por hectárea, pero si el objetivo es elaborar vinos de alta gama la producción debe controlarse mediante la poda, uso restringido del riego y eventualmente raleo según el caso, agrega Onofri.
Respecto de enfermedades, el profesional indica que esta cepa es bastante sensible a botritis y poco susceptible a oídio y peronospora. "En años normales con dos o tres tratamientos fitosanitarios preventivos anda bien, y en años lluviosos, sobre todo durante el periodo de maduración, es necesaria una estrategia fitosanitaria más importante", señala, añadiendo que normalmente no tiene problemas de brotación y de cuaja.
Tampoco se afecta con las heladas tempranas, pero sí con las tardías, ya que le cuesta alcanzar niveles altos de azúcar, especialmente en zonas frías.
Vinos
La aplicación de nuevas técnicas vitícolas y el uso de un proceso de elaboración más apropiado, han permitido elevar la calidad de los vinos a base de Bonarda, sean ciento por ciento de esta cepa o componente de mezclas. "A rendimientos razonables produce vinos con buen color, aromas frutales y florales, con taninos muy suaves y dulces", sostiene el enólogo de Merced del Estero.
El vino Bonarda es descrito por la literatura como perfumado y seco; que con la guarda se torna armonioso y que posee una marcada acidez, pero sin ser excesiva. Es un vino liviano, de taninos suaves, aterciopelado. Tiene una especial aptitud para realzar vinos de mezcla, resultando hasta ahora como un muy buen acompañante de Malbec, Syrah y Cabernet Sauvignon.
"Recientemente se están elaborando varietales de alta gama, con crianza en barrica, y en estos casos son vinos de color rojo intenso con matices negros, aromas de frutas rojas muy definidas, también con notas de violetas y especies. Los taninos suelen ser equilibrados, el balance acidez-alcohol es armonioso, dada su concentración alcohólica media", afirma Onofri, observando que no alcanza niveles de alcohol muy altos (entre 12,8 y 13,8 grados).
En Argentina recomiendan beber el vino Bonarda a unos 17 grados de temperatura, junto con comidas medianamente condimentas, carnes rojas suaves, pastas y legumbres.
Este documento ha sido obtenido desde http://www.vendimia.cl
Despreciada por algunos y respetada por otros, en Argentina la Bonarda está pasando a ocupar un lugar de cierta relevancia como cepa capaz de producir vinos de calidad. Siempre contó en ese país con una significativa superficie plantada, destinándose hasta hace pocos años a vinos genéricos.
De acuerdo a las más recientes estadísticas publicadas por el Instituto Nacional de Viticultura (INV) de Argentina (al año 2006), la Bonarda es la segunda variedad de vid vinífera mayormente plantada en el vecino país, después de Malbec, con una participación cercana al 19% equivalente a 18.435 hectáreas. Desde 1990 a la fecha la superficie cultivada con este cepaje aumentó un 51% y desde el año 2000 se incrementó en 400 hectáreas o 23%, reflejo del creciente interés que empezaron a mostrar los viñateros trasandinos por potenciar esta cepa.
Origen complejo
El origen de la Bonarda presente en Argentina ha generado algunos desacuerdos y confusiones, pero se supone que fue traída por inmigrantes italianos a fines del siglo XIX, junto con otras variedades del país europeo. En Cuyo era conocida como Barbera (otra variedad tinta italiana), Barbera Bonarda o simplemente Bonarda.
Sin embargo, estudios ampelográficos concluyeron que la uva era distinta de dichas cepas italianas. Posteriormente nuevas indagaciones descubrieron que las características de la vid correspondían a las de una antigua variedad francesa, la Corbeau Noir, cuyo nombre tiene relación con el intenso color negro del cuervo (conocida también como Douce Noire).
Pero las discusiones, lejos de despejarse, continuaron, pues los productores argentinos insistían en que la cepa había sido traída de Italia directamente por los inmigrantes, y no de Francia.
La aclaración a este dilema podría estar en el mapa: la Bonarda Argentina provendría del Piamonte italiano, zona vecina –aunque separada por los Alpes– de la región francesa de Saboya, de donde es originaria la Corbeau Noir, que en Italia es denominada como Charbono, nombre con la que es cultivada en Estados Unidos.
En un intento por despejar el tema, el pasado mes de abril el INV publicó una resolución fijando la Denominación correspondiente a la variedad. Estipuló que será Bonarda Argentina, sinónimo de Corbeau y Douce Noire.
Características
De acuerdo a la información procedente de Argentina, la Bonarda posee racimos medianos, bien llenos y compactos. Las bayas son de color negro-azulado, de forma esférica, con pulpa blanda, aunque su vino no es de coloración muy intensa.
La variedad se desarrolla adecuadamente en climas templados a cálidos, idealmente soleados, condiciones que encontró en los suelos trasandinos. Es de brotación temprana y maduración tardía, por lo que su ciclo reproductivo es prolongado.
Según la experiencia argentina, las condiciones ideales para su cultivo se dan en las zonas vitivinícolas de San Rafael, donde está recomendada para la DOC Maipú, el norte y este de Mendoza, el Valle de Tulum en San Juan y Chilecito en La Rioja.
"Es una variedad de vigor medio, dependiendo del manejo del viñedo y de la zona de implantación. En zonas cálidas y con un exceso de riego y fertilización se puede comportar con un vigor importante", sostiene Marcelo Onofri, enólogo de la bodega argentina Merced del Estero.
Históricamente la Bonarda fue tratada como una vid de altos rendimientos, obteniéndose producciones de gran volumen. Existía –señala la bibliografía– una tendencia a sombrear mucho los racimos, debido a deficientes técnicas de poda y conducción. Ello repercutía en la obtención de vinos de regular calidad, delgados, herbáceos y de bajo color.
En condiciones normales de manejo puede producir entre 15 y hasta 30 toneladas por hectárea, pero si el objetivo es elaborar vinos de alta gama la producción debe controlarse mediante la poda, uso restringido del riego y eventualmente raleo según el caso, agrega Onofri.
Respecto de enfermedades, el profesional indica que esta cepa es bastante sensible a botritis y poco susceptible a oídio y peronospora. "En años normales con dos o tres tratamientos fitosanitarios preventivos anda bien, y en años lluviosos, sobre todo durante el periodo de maduración, es necesaria una estrategia fitosanitaria más importante", señala, añadiendo que normalmente no tiene problemas de brotación y de cuaja.
Tampoco se afecta con las heladas tempranas, pero sí con las tardías, ya que le cuesta alcanzar niveles altos de azúcar, especialmente en zonas frías.
Vinos
La aplicación de nuevas técnicas vitícolas y el uso de un proceso de elaboración más apropiado, han permitido elevar la calidad de los vinos a base de Bonarda, sean ciento por ciento de esta cepa o componente de mezclas. "A rendimientos razonables produce vinos con buen color, aromas frutales y florales, con taninos muy suaves y dulces", sostiene el enólogo de Merced del Estero.
El vino Bonarda es descrito por la literatura como perfumado y seco; que con la guarda se torna armonioso y que posee una marcada acidez, pero sin ser excesiva. Es un vino liviano, de taninos suaves, aterciopelado. Tiene una especial aptitud para realzar vinos de mezcla, resultando hasta ahora como un muy buen acompañante de Malbec, Syrah y Cabernet Sauvignon.
"Recientemente se están elaborando varietales de alta gama, con crianza en barrica, y en estos casos son vinos de color rojo intenso con matices negros, aromas de frutas rojas muy definidas, también con notas de violetas y especies. Los taninos suelen ser equilibrados, el balance acidez-alcohol es armonioso, dada su concentración alcohólica media", afirma Onofri, observando que no alcanza niveles de alcohol muy altos (entre 12,8 y 13,8 grados).
En Argentina recomiendan beber el vino Bonarda a unos 17 grados de temperatura, junto con comidas medianamente condimentas, carnes rojas suaves, pastas y legumbres.
Este documento ha sido obtenido desde http://www.vendimia.cl
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.